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¡BUENA SUERTE AMIGO!


He de reconocer que a veces me desanimo. No sé si es la crisis la que ha agudizado en mí esa patología pero lo cierto es que está ahí. Agazapado bajo la cama, el desánimo a veces me atrapa. A veces pienso el por qué de todo esto. El para qué sirve luchar en encontrarle casa a doscientos perros si otros doscientos van a llegar en tropel a ocupar su espacio. A veces me planteo para qué vale todo lo que intentamos hacer si debemos de luchar contra unos prejuicios que se tornan insuperables. ¿Cómo convencer al que solo quiere un peluche que se esfuerce en conocer a un juguete roto?

A veces me hundo. Y el martes me había levantado así.

Pero entonces, como pasa siempre que tocamos fondo, vislumbré una lucecilla al final del túnel: el martes me enteré de que alguien se había fijado en mi querido Roland. Por fin va a tener una casa. La felicidad está hecha de pequeños retazos y el martes fui feliz por los dos, por Roland y por mí.




Es embriagadora la sensación que te invade cuando tu pequeño encuentra una casa. De alguna manera sientes el orgullo que sienten las madres cuando ven a sus hijos hechos y derechos partir hacia sus propias vidas. De una forma insólita te sientes partícipe de su éxito aunque los méritos sean solo suyos y por extraño que parezca me siento un poco así. Me hinché como un pavo cuando me lo dijeron y mi cerebro decía lo sabía, y mi corazón replicaba, pero lo dudaste. Y es cierto, después de tantos años, lo dudé. Mea culpa. Mal hecho. Pero prometo que el derrotismo no va a tener más cabida, y que la esperanza será la última en desvanecerse. 




¿Y sabéis? Me gustaría haber visto a Rollie antes de marchar y aconsejarle para su nueva vida, agobiarle con recomendaciones varias. Decirle sé bueno, no intentes arrancarles el brazo a tus dueños, acuérdate que en la calle también lo puedes pasar bien. No mordisquees la correa. Recuerda que las cosas se hacen fuera de casa. No los tengas mucho tiempo dando vueltas esperando a que te dignes a mear… Le diría muchas cosas pero no lo necesita. Sé que es un perro magnífico, cariñoso y tímido. Que en casa se transforma y se hace querer a su manera silenciosa. Que se emociona cuando te despiertas por la mañana. Que te sigue por doquier. Que se dejará seducir por una salchicha barata. Que evolucionará cada día un poco más mostrando al perro adorable que todos conocimos. Que alguien supo ver más allá de su invisibilidad de perro casi viejo. Sé que es un perro precioso y noble. Que la suavidad de su pelaje es un reflejo de su carácter. Sé que Roland no necesita referencias ni cartas de recomendación, que se abrirá paso en el corazón del que lo adopte igual que nosotros caímos rendidos a su encanto reservado. Te echaré de menos amigo, pero sé que has ido a mejor, que por fin tendrás la vida que tanto te mereces y que no tendrás que volver a conformarte con las migajas de nuestro amor compartido. Sé que tendrás una vida plena y que harás afortunado a quien tenga la suerte de compartirla contigo.




Me emociona pensar que por fin serás feliz. Me alegro tanto… ¡Buena suerte amigo!

P.D. Bueno 2014 me ha hecho caso al menos en uno de mis deseos J

Gracias de corazón a la nueva familia que acoge a Roland. Nos habéis hecho a todos muy felices. Él sabrá compensároslo con creces con todo el amor que lleva ocho años guardándose dentro. ¡Gracias!


María y Javi



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